miércoles, 6 de febrero de 2013

Comentando a un autor: John Ralston Saul.Commenting to an author: John Ralston Saúl.

Comentando a un autor: John Ralston Saul.
Me ha interesado este autor porque , pese a decirse creyente en  el capitalismo, expone puntos de los problemas del sistema que he estado señalando desde mi punto de vista sin coincidir con el sistema de mercado.
En determinados puntos agrego un comentario indicado en letra cursiva.
La nota se publicó en el diario   El País, 5 de Febrero 2013

John Ralston Saul: “No hay razón para salvar a los bancos”
PREGUNTA: Estamos inmersos en un periodo negro de la economía, y no parece que las cosas mejoren sustancialmente, ni en el mundo, ni en España, ni…
RESPUESTA: Existe una nueva religión absoluta del crecimiento, el comercio, la santidad de la deuda y de los contratos comerciales, con la que intentan hacernos creer lo inteligentes que son los políticos y lo estúpidos que somos los demás. Da igual lo mala que sea la situación actual, ellos siguen aplicando las mismas recetas, haciendo lo mismo. Eso es lo que se está haciendo en España y en todas partes. El sistema avanza en la misma dirección. Los problemas que hay se están agravando. Nadie reconoce cuál es el auténtico problema. El crecimiento no nos va a sacar de donde estamos; la austeridad, tampoco. Veremos cómo resisten todo esto las democracias. Están poniendo la democracia en peligro.

Comentario:
Casualmente esto es lo que afirmo permanentemente, la clase política, en general en todo el mundo, trabaja para el sistema económico vigente, se desentiende de los procesos productivos. En realidad son socios indirectos, puesto que por medio de los impuestos, el estado obtiene un porcentaje de toda actividad comercial , lo que les permite tener un nivel de vida acorde al que propone el sistema económico de alta energía.
Ellos son como agentes teatrales de una obra que encubre la realidad  de la cual los particulares con capacidad económica son la realidad.
Nadie reconoce el auténtico problema, ni austeridad ni crecimiento lo resolverán.
La realidad es que nadie intenta mostrar el auténtico problema. No es casual que a los investigadores en todo el mundo no les permitan tratar investigaciones relacionadas a procesos socioeconómicos.Resolver este problema mundial es mucho más sencillo de lo que dicen. Justamente, pretender resolverlo con las mismas herramientas es el error.
Mis propuestas implican una economía cerca de la producción real y de los bienes necesarios, generando nuevos hábitos de consumo y eliminando los excesos que provienen de las ganancias subjetivas.
Si no hay satisfacción de necesidades en la sociedad, las democracias no pueden decir que representan a los ciudadanos. Por otra parte , las ganancias y acumulación de bienes que se realizan con tecnología son altamente cuestionables porque se usa tecnología que manipula recursos naturales, siendo que la primera proviene del trabajo intelectual de muchos , y los recursos naturales tienen propiedades que no dependen del beneficiado, siendo esto argumento para pensar en una gran limitación legal al uso de estos elementos en conjunto.
No es extraño entonces que haya movimientos de crítica al sistema democrático.

"El crecimiento no nos sacará de donde estamos; la austeridad, tampoco”
Ralston es un hombre de discurso ágil y fluido, sin pelos en la lengua. Nos encontramos con él en el restaurante de un céntrico hotel de Barcelona. La revista norteamericana de pensamiento alternativo Utne Reader le situó entre los 100 pensadores y visionarios más importantes del mundo. Autor de 16 libros (entre ellos, el ensayo filosófico Los bastardos de Voltaire. La dictadura de la razón en Occidente) y de cinco novelas que han sido traducidos a 22 idiomas, Ralston Saul es además el presidente del PEN International, asociación de escritores que data de 1921 y lucha por la libertad de expresión en todo el mundo.
En 2005, tres años antes de que se desencadenase la crisis, publicó el libro El colapso de la globalización y la reinvención de mundo, del que lleva vendidas 400.000 copias, según los datos que facilita su editorial, RBA. En él analizaba el fracaso de los criterios que guían el sistema de relaciones económicas y financieras entre países, explicaba la crisis de un modelo y anticipaba un colapso. En 2009, a la vista de que algunas de sus predicciones se habían cumplido, reeditó con añadidos un libro que llega ahora en su versión española, con un prólogo que aborda cuestiones como el rescate de Bankia.
P: En el libro sostiene usted que el dinero no es real y que nos hemos convertido en sus esclavos. Habla de que vivimos en una economía ficticia. Y dice que en los años setenta el comercio era seis veces el valor de los bienes y que en 1995 era 50 veces más. ¿Cuántas veces más lo es ahora?
R: Nadie lo sabe, pero debe de estar alrededor de 150. Lo más vergonzoso es que los números no están disponibles, o al menos yo no he podido encontrarlos.
P: ¿Y eso qué significa?
R: La ironía es que la globalización ha conducido a lo opuesto de lo que prometía. Prometió competencia, y ha causado el regreso a los oligopolios; prometió renovación del capitalismo, y ha supuesto la vuelta al mercantilismo; prometió el final del nacionalismo feo [sostiene que también hay un nacionalismo positivo], y ha traído la era más nacionalista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prometió crecimiento, no tenemos crecimiento; prometió empleo, no tenemos empleo… y así se puede seguir con la lista. Nada de lo prometido ha ocurrido. Dijeron que con el keynesianismo se imprimía mucho dinero; que había que controlar el dinero en circulación y que eso haría funcionar la economía. El hecho es que todo este periodo ha llevado a la mayor expansión en la cantidad de dinero en la historia del mundo, hemos visto cientos de ejemplos de nuevos tipos de dinero: las tarjetas de crédito, los bonos basura, los derivados… Todo eso es imprimir dinero, pura inflación de la cantidad de dinero. El argumento capitalista era que el dinero era lo que engrasaba la maquinaria. Pero llegado un momento dijeron: el dinero es real, por eso es bueno tener a gente trabajando en el sector financiero. ¿Las fusiones y grandes adquisiciones de empresas?: eso es im­primir dinero. Cada vez que una compañía compra otra y se endeuda en, digamos, 700.000 dólares, eso quiere decir que se acaban de imprimir 700.000 dólares, acaban de crear 700.000 dóla­res que antes no existían. Nunca tuvimos tanto dinero circulando en el mundo y tan mal repartido. Y por eso cuando ocurre la crisis, la gente que es parte de esa lunática inflación dice: hay que salvar a los bancos.
Comentario:
Justamente , he escrito en distintos artículos sobre este punto, la cantidad de valores ficticios que hay en la economía. Una vez que se ha producido un bien real, hay un excedente que proviene de la ganancia subjetiva (cuestionable desde ya) que origina la necesidad de guardarla  , no necesariamente para proteger su valor, sino para generar más dinero. El hecho es que ese exceso cae en el sistema de finanzas, bancos, etc. Esto genera una cantidad de bienes ficticios que se manejan en base al dinero. El resultado es la especulación, la  pérdida de contacto con la realidad , al haber un desprendimiento de ésta.
El mismo sistema que tiene las herramientas de producción genera los mecanismos financieros que hacen que personas con pocos recursos puedan adquirir los bienes que el sistema produce. De esta manera, la concentración es cada vez mayor.
Los llamados globos financieros tienen que ver con la posibilidad legal de manejar esos bienes virtuales por particulares.  Este sistema genera cada vez más concentración y más dinero acumulado en el sistema. que realmente se puede decir que tiene un valor relativo.

P: ¿Y no hay que rescatar a los bancos?
R: No hay razón para salvar a los bancos, no necesitamos tanto dinero. Lo razonable habría sido aprovechar la oportunidad para limpiar el desorden. No hay más que tomar el ejemplo español de Bankia. Una buena política habría sido, por ejemplo, que el Gobierno anunciase que pagaría todas las hipotecas hasta una cantidad determinada, pongamos 300.000 euros. Das el dinero a la gente que está en su casa y que tiene una hipoteca, y de hecho salvas a los bancos: es el ciudadano el que da el dinero a los bancos al cancelar su hipoteca. De pronto, la gente ya no tiene deudas y puede gastar lo que gana. Así es como se crea una clase propietaria y además se relanza la economía. Es tan simple.
P: ¿Y eso es posible?
R: Por supuesto. Para mí la pregunta es: ¿es posible que demos todo ese dinero a los bancos, que fueron los que crearon el problema, para que no se gasten ese dinero y para que continúen autoconcediéndose enormes bonus? ¿Es eso posible? ¿Es eso legal? ¡Vamos, denme un respiro! Hay otra opción: no queremos salvar a todos los bancos, no queremos tanto dinero, así que paguemos 150.000 euros de esas hipotecas y cancelemos el resto de la deuda, 150.000. Los Gobiernos tienen el poder para hacerlo. De ese modo, 150.000 euros no vuelven a los bancos, limpias el sistema bancario y reduces la cantidad de dinero que circula, que es algo positivo.

Comentario:
Esto confirma lo que siempre dije, en artículos relacionados a la vivienda. Quién conoce el valor real de una vivienda? El valor real se puede calcular bastante fácillmente, sin embargo el sistema oculta esos datos y solo los agentes inmobiliarios, los bancos, etc, conocen el valor que ellos estiman tiene que tener el bien.
El estado mismo puede emitir el valor básico de una vivienda partiendo de todos los elementos y procesos requeridos. El terreno también es sujeto a especulación, pero el estado puede dar su valor de referencia ( que también es subjetivo).
Si el entrevistado dice que fácilmente se puede eliminar parte de la deuda de las personas haciendo "reset", ésto indica que esos valores son subjetivos, no  provienen de la producción real, algo que he indicado en muchas oportunidades al explicar los fenómenos económicos.

P: Pero no debe de ser tan fácil de hacer. Por ejemplo, la gente que alquila se sentiría agraviada.
R: Habría que estudiar los números. La política económica es intentar mover las cosas en una buena dirección. No significa hacer exactamente lo mismo en cada sitio, ni significa que tengas que hacerlo todo a la vez. Resuelves primero ese gran problema y luego haces un programa para alquileres de forma que la gente pueda comprarse la casa que está alquilando. Se pueden hacer más cosas. Por ejemplo, dar una renta mínima a la gente en vez de que tenga que hacer colas para acceder a prestaciones, subsidios y ayudas, en vez de humillarla examinando sus requisitos una y otra vez; ayudas que además resultan caras de administrar… Muchos conservadores, liberales y socialdemócratas responsables están de acuerdo en que sería mucho mejor una renta garantizada anual. Supondría liberar a la sociedad, devolver a la gente el respeto por sí misma. La gente humillada o marginada se sentiría parte de la sociedad. Es curioso, pero hay mucha gente que está de acuerdo con estas ideas.
P: ¿Ah, sí?, ¿y dónde están esos conservadores y liberales que piensan así?
R: ¡En todas partes! No están entre los neoconservadores, pero sí entre muchos conservadores. Muchos empresarios creen en esto. Pero como el debate se pierde en los pequeños detalles y la idea dominante es que hay que reducir el peso del Estado, nadie pone estas cuestiones sobre la mesa.
P: ¿Qué posibilidades hay de que algo como lo que relata se pueda llevar a cabo?
R: Hay posibilidades, por supuesto; han sido posibles muchas otras cosas en los últimos años. Por ejemplo: la clase directiva del sector privado ha conseguido, presionando a los Gobiernos, regulaciones que han convertido el fraude en algo legal. Ahí están esos consejeros delegados percibiendo bonus y participaciones en las acciones, ganando millones cada año: ¡pero si solo son gerentes! Están en el puesto por cinco años, se irán a jugar al golf cuando se retiren, ¡no son nadie! ¡Nadie conoce sus nombres, no han hecho nada en particular! ¿Deberían cobrar esos bonus cuando la empresa va mal? Ese no es el debate. El debate es: ¿deben recibir bonus? ¡Si ya les han pagado! Han usado su influencia para cambiar el sistema impositivo en todos los países para no tener que pagar demasiados impuestos por esos bonus. Eso es fraude. Probablemente, los dos ejemplos más evidentes de fraude desde la Segunda Guerra Mundial son: el cambio en las disposiciones de ingresos de los directivos, fraude evidente hecho legal, y la transferencia de la deuda privada de los últimos años al sector público.
P: La Unión Europea está corroída por la deuda…
R: Hay quien plantea los eurobonos como solución a la crisis europea. ¿Estamos de broma? Yo digo: acabemos con la deuda. No pueden admitir que se han equivocado, así que hacen como que los bonos son algo que les permite coger toda la deuda, colocarla en los bonos y venderlos. Están colocando a la civilización europea bajo el peso de una deuda que no existe. Si tuvieran algo de imaginación y algo de coraje, convocarían una cumbre y dirían: sí, los españoles han hecho mal esto, y los griegos han hecho cosas horribles con esto, pero ninguno de nosotros es una parte inocente; ¿cómo podemos resetear el reloj? Básicamente, vamos a envolver parte de esta deuda en un sobre, escribiremos en el sobre la frase “Esto es muy importante”, lo pondremos en un cajón, lo cerraremos y tiraremos la llave. ¡Hay que pasar página, hay que superarlo! En vez de esto, están intentando volver a hacer lo mismo que vienen haciendo durante años, pero como si no lo hicieran.
P: Una propuesta sorprendente…
R: La mía es responsable y honesta. Ellos están haciendo una propuesta delirante e increíblemente complicada que no va a funcionar y que no nos lleva a ningún sitio. Y en el camino hacen que la gente sufra. ¿Qué piensan que van a decir los griegos cuando les reduzcan el salario mínimo en un 22%? Está claro que esto es como una cuestión religiosa. Como la economía es la nueva religión, han aplicado la moral a la economía. La deuda pública tiene peso moral, pero la privada no. ¿Cómo se come eso? Este es uno de los fracasos de la globalización. Si el sector privado se puede librar de la deuda, el sector público también.
P: Pero entonces, ¿qué pasa, que la deuda en realidad no existe?
R: La verdad es que no. El dinero es una convención. Un árbol es real, el dinero es una convención. Los necios, cuando llega la crisis, están convencidos de que el dinero es real. Enrique IV fue considerado como el Buen Rey porque Francia estaba hundida por la deuda y la hizo desaparecer; a partir de ese momento vivieron 250 años de prosperidad, por quitarse la deuda; Atenas construyó toda su historia tras haberse librado de su deuda; el imperio norteamericano está enteramente construido sobra una quita, se quitaron la deuda de en medio cinco veces entre la guerra civil y 1929; la riqueza de Estados Unidos a lo largo del siglo XX está enteramente construida sobre el hecho de no haber pagado su deuda en 1929: tomaron dinero prestado en Europa, en los mercados, y con eso construyeron ferrocarriles, carreteras, rascacielos y tuvieron un colapso económico: quienes les dejaron dinero lo perdieron y ellos se quedaron con sus infraestructuras. Estados Unidos vivió cinco colapsos que al final le dejaron libre de su deuda y le permitieron convertirse en líder a partir de 1935.
Comentario:
Esto es lo que he tratado de explicar de muchas maneras. El dinero representa algo, pero no se puede generar más dinero con dinero. Allí la convención se rompe. Tratar de mantener el sistema cerca de la producción real es no generar esos excesos.Si hay que ahorrar será en bienes reales, recursos naturales o energía en potencia, pero nunca salirse del valor real de la cosa.
El gran problema es el sistema legal que permite generar dinero con tecnología y por medio del sistema de finanzas con los excesos de la producción. En ese sentido, lo que hay que hacer es eliminar los bancos, directamente. También producir lo necesario con criterio y con satisfacción general de necesidades. Si no hay ganancias o son mínimas lo más conveniente para hacer esto es que el estado capte las cadenas de producción, lentamente pero con firmeza.
De esa manera los costos bajarán enormemente, y se obtendrá satisfacción general de necesidades, producción de bienes necesarios, protección ambiental, no habría finanzas, se cuidarán los recursos naturales, etc.
Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual”
John Ralston Saul es un hombre apasionado, un orador nato. No es un anticapitalista. Se declara partidario de muchos de los preceptos de Adam Smith, de la propiedad privada, del mercado, y también de los servicios públicos. Dice que el capitalismo va a continuar. Pero considera que la globalización ha hecho daño. Y señala algunos culpables en su libro. Cita a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe: economistas, directivos, consultores y propagandistas, es decir, periodistas de economía: “Difundieron la idea de que el comercio libre, la globalización y la búsqueda del crecimiento eran el único camino a la prosperidad”, manifiesta.
El ensayista canadiense carga contra la llamada generación del informe. Sostiene que el mundo está en manos de economistas y empresarios de capacidades muy limitadas y que en muchos casos son “analfabetos funcionales”. Gente que solo contempla el corto plazo.
“Los historiadores económicos son los intelectuales; los macroeconómicos son los semiintelectuales que dieron forma a las ideas, y luego están las abejas trabajadoras, que trabajan en lo micro, que no piensan y solo hacen números. Se eliminó a los historiadores porque, una vez que tienes la verdad, no quieres que el pasado sea examinado. Promocionaron a los semiintelectuales a los altares. Y elevaron a los que solo hacen números”.
Dice que estamos en manos de estos últimos. Explica que el apogeo de la globalización se produjo a mediados de los noventa, años en que el comercio vivía días de máxima liberalización, los impuestos a las grandes fortunas se difuminaban, las privatizaciones y la desregulación campaban a sus anchas y la civilización occidental abrazaba la religión neoliberal y adoraba el mercado global.
P: Usted ya viene alertando desde hace tiempo contra la globalización…
R: Se veían signos de que la globalización estaba llegando a su fin desde 1995. La globalización se está derrumbando por los defectos que contenía desde el principio como programa ideológico-filosófico-social. Todavía estamos viviendo sus consecuencias: si España se rompe, si Grecia deja de ser una democracia, si en Canadá se producen problemas internos que la resquebrajan, todo ello, en gran parte, será un resultado de la globalización. Yo soy un gran admirador de Stiglitz y Krugman [en alusión a los dos reputados premios Nobel de Economía], pero son dos economistas, y no lo pueden evitar, se fijan en los detalles: habría que hacer esto, habría que hacer lo otro… Hacen bien, pero se les escapa la cuestión principal, la naturaleza de lo que está pasando, la naturaleza de la bestia llamada globalización.
P: Sostiene usted que la globalización se convirtió en religión, en dogma…
R: El Vaticano, en sus momentos de gran poder, era religión de modo marginal; más bien era una cuestión de política y de poder; con la globalización pasa algo similar: es algo económico, de modo marginal; es una cuestión de política y de control, de poder; es un modelo social, igual que la Iglesia católica lo fue o el imperio británico. Y se rompe porque como modelo social no funciona y siembra la catástrofe por el camino. En realidad, la globalización viene de un grupo de gente bastante marginal que tomó unas viejas ideas de mediados del siglo XIX pasadas de moda. Una de ellas era inglesa: el comercio libre, y la otra era el capitalismo de bucaneros, que se remonta a finales del XIX en Inglaterra y Estados Unidos. Unieron las dos cosas y dijeron: esta es una gran idea. Y no pensaron en las consecuencias de la unión de esas dos ideas. En la crisis de los años setenta estábamos con excedentes de producción, no se debía resolver el problema incrementando el comercio, porque ya había demasiados bienes. Es decir, la solución que encontraron para el problema era la contraria a lo que se necesitaba. Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual, sin sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados.
Comentario:
La cuestión se sintetiza en lo que  he expuesto en diversos artículos
No se debe dejar libremente  a los particulares producir lo que quieran y cuanto quieran. Se debe generar desde los estados , hábitos de consumo diferente. El tema ecológico, contaminación , etc. es una variable fundamental en el sistema económico del hombre , que ha sido dejada de lado. Se puede generar bienestar con mínima energía, ello implica no prescindir de los beneficios tecnológicos, pero si aplicarlos con nuevos criterios, Para ello el estado debe tener protagonismo central en los procesos productvos.
Ejemplo: prescindir del avión y el automóvil , todo lo  posible. De esta manera actuamos sobre las variables del sistema relacionadas a la ecología, medio ambiente. Pero a la vez no hacemos desaparecer el elemento de comfort. Se satisface la necesidad de transporte terrestre con transporte público de alta eficiencia que tiene enormes ventajas y hoy es posible realizarlo , incluso sin conductor, que los móviles sean comandados a distancia.
El caso del avión tiene en cuenta la pregunta, ¿ cuál es la necesidad de volar? la respuesta: placer. En gran porcentaje la necesidad de volar tiene que ver con  eso. El resto de actividades se puede reemplazar por internet, por ejemplo, ya hay muchasvideoconferencias, chats ,etc. Por otra parte en un sistema de economía planificada como propongo no habría necesidades de intercambio permanente, sino puntuales.
Por otra parte he propuesto , sin ser entendido a veces , que los países tienen que cerrarse, que no pueden quedar abiertos al juego de las economías de alta energía y de subjetividad con las finanzas. Un estado de bienestar implica economías cerradas ,solo abiertas a intercambios puntuales.






No hay comentarios:

Publicar un comentario